La comarca aragonesa del Matarraña, al NE de la provincia de Teruel, limitando con tierras catalanas y valencianas, constituye uno de los territorios más esotéricos de la geografía hispana. Gracias a sus agradables factores –clima, abundancia de agua, pastos, bosques y la estrategia de su emplazamiento, a mitad de camino entre el valle inferior del Ebro, el Mediterráneo y el Sistema Ibérico-, determinó el interés de civilizaciones desde los albores de la Humanidad prehistórica, como lo confirman los numerosos restos arqueológicos conservados. El elevado factor religioso de estos pueblos, desde el Neolítico y la Edad del Bronce, se pone de manifiesto al comprobar la riqueza de enclaves sagrados que hemos podido localizar, repartidos por toda la comarca, enlazados en gran parte a través de “líneas-ley”, que tienen como punto de partida la colina de Santa Bárbara, en la villa de La Fresneda. Son lugares de energía, en donde el visitante puede percibir la fuerza de unas vibraciones relacionadas con el Más Allá. Puntos energéticos que, más tarde, durante los siglos medievales, los magos del Temple y también los perfectos cátaros, supieron recuperar, alzando santuarios en las cimas de montañas sagradas, en la oscuridad y silencio de una gruta natural, o en aislamiento de un valle. Todo ello, y mucho más, ofrece el Matarraña.